martes, 7 de agosto de 2007

Veinte Lagartijas.

Debo admitir que yo también alguna vez subestimé la capacidad física de Titazzo, una tarde como tantas estabamos con el Titazzo y el Granfa sentados en el escalón de la puerta de casa viendo como el resto del mundo perdía el tiempo, conversando de proezas físicas.
Granfa: Yo en las clases de gimnasia corro lento para no gastar el piso, porque sino mirá dejo surcos!!
Yo: A mi no me gusta demostrar mis habilidades futbolísticas porque se que el resto del equipo se desmoraliza, y hay que tener conciencia de grupo...
Titazzo: El otro día hice diez lagartijas sin parar ni una sola vez...

Granfa y yo al unisono: Paraaaaa....exagerado, nos viste cara de votante indeciso, nos querés meter cualquier verso!!!
Yo: Con ese cuerpucho, es díficil creer que te levantas solo de la cama.
Granfa: A que no las hacés aca y ahora!!
Titazzo: A que si!!
Granfa: No imposible,...no insistas.
Titazzo: Las hago eh!!
Yo: Sentate,...evitate un papelón!
Titazzo: Hop!!
Con destreza envidiable, Titazzo se puso en posición paralela al piso, rígido, con sus manos al pecho bajo sus hombros.
Uno...dos...tres...a la cuenta de cuatro nos levantamos con el Granfa y sigilosamente nos metimos al zaguán, cerramos la puerta y nos dispusimos a mirar por la ventanita como Titazzo se despachaba las lagartijas en medio de la vereda.
Desde un camión unos obreros lo alentaban, “buena flaco, vos podés!!”, “se te escapó la mina mostro!!!”
Diecisiete...dieciocho...diecinueve...veinte....listo!!!
Nos humilló totalmente.

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